lunes, 25 de octubre de 2010

Florencia

Aún había luz del sol mientras caminaba por Almagro. Durante la clásica hora de vuelta al hogar, los malos humores suelen tener su clímax. Habíamos quedado en el bar de las tizas con una amiga que califica como chinchuda profesional. Ella estaba por caer y yo mientras tanto retomaba la lectura de un libro que me tenía enganchada... ok, mejor digamos interesada, porque cuando entró Florencia al bar con sus amigos, se me hizo imposible seguir leyendo sin que el sonido de su voz se entremezclara con las líneas del texto.

- ¿Sabés qué es lo que pasa? El mundo está lleno de egoístas que no hacen otra cosa que mirar su ombligo. Un minuto nada más, con un minuto que salgan de su ombligo lleno de pelusas se van a dar cuenta que no son quién para obligar a nadie a hacer nada.

Cada palabra que decía era potente, la remarcaba, intentaba causar efecto en la audiencia, y mi libro ya no tenía espacio para ser, tenía que escuchar con más atención.

- Que el arte tiene que ser divertido, que el arte tiene que ser comprometido, que el arte tiene que ser innovador,   que el arte las pelotas de magolla... ¡Déjenme de joder con las imposiciones sobre el arte! Harta me tienen queriendo definir algo y enmarcar algo que demostró hace siglos que no puede ser enmarcado en nada. El arte tiene que salir de cualquier lugar, pero tiene que salir. Puede tener o no sentido, pero tiene que existir. Si alguien quiere hacer arte pelotudo, bueno que lo haga, vos no se lo podés prohibir, como tampoco ese alguien te puede prohibir que vos hagas arte social o político... ¿Acaso no sería una mierda que todos transmitamos el mismo mensaje artístico?

Entonces llegó el mozo a la mesa y Florencia y sus amigos pidieron algo para tomar. Mi amiga me saludaba desde la vereda antes de entrar. Entre café y café, algunas palabras de Florencia seguían llegando a mis oídos, y a veces parecía estarse convirtiendo en eso que tanto la había hecho enojar. Es que una minitah chinchuda no siempre maneja bien las emociones. Pero después de todo, de eso se trata, de sentir.